Una parte de nuestro cuerpo social admira y celebra a delincuentes como el uruguayo Vitette Sellanes , pero otra parte (espero que sea mayoritaria) venera y reclama hombres de manos limpias, honestos y mejores dirigentes.
Cuál es el verdadero rechazo que tenemos a la corrupción en particular y a la corrupción de estado en general?. ¿Realmente valoramos a las personas de bien? ¿O por lo bajo decimos que son unos boludos y los verdaderos vivos son los delincuentes?
Ojalá que la ecuación se resuelva esperanzadamente.
Norberto López Camelo
Crio. Gral (R)