El inconciente colectivo dicta que todo lo que tenga que ver
con uniformes, es deplorable, digno de ser desechado . La idea que una fuerza
de seguridad debe ser urgentemente comandada por un civil, es imperiosa. Que
una fuerza de seguridad no puede estar al frente de un uniformado; que hay que
cambiarlo. Pero eso no es tan así. Hace años que las fuerzas están a cargo de
civiles.
El shop de opiniones públicas ha exhibido un variado
muestrario de ineficacia e inoperancia de los uniformados, y una necesidad de
presencia civil en esos cargos, como si ignoraran que desde hace ya varios años, éstos vienen ejerciendo las verdaderas conducciones de las Fuerzas, a
través de los Ministerios de seguridad, sin que hayan sido garantía de capacidad y "pureza".
Creo que nadie puede dudar que en la Provincia de Buenos
Aires, el Dr. Arslanián ejerció la verdadera conducción de la Bonaerense, más
allá del superintendente que figurara a cargo. Suponen que el funcionario
policial hubiese osado opinar siquiera, respecto de alguna medida emanada del
ex ministro o de sus subsecretarios...? Y así continuó el sistema, con los
ministros que lo han sucedido.
En la Nación, alguien puede dudar que a través del Ministerio de Seguridad y Justicia, Aníbal Fernández fue el verdadero conductor de la Policía Federal Argentina, de
la Prefectura Naval o la Gendarmería Nacional, durante su gestión? Alguien
puede suponer que alguno de los jefes uniformados de esas instituciones hayan
podido hacer prevalecer alguna impronta personal a su gestión, ante las órdenes
del actual Ministro Jefe de Gabinete? O que la Ministra Garré, no haya asumido otro rol que el de la verdadera conductora de las Fuerzas de
Seguridad nacionales?
Creo que las respuestas son obvias en todos los casos.
Los éxitos de una gestión en Seguridad son registrados en
“el haber” de los ministerios y todos los fracasos, en “el debe” de los
uniformados por ellos designados.
La observación es refrescar la idea que los civiles hace
tiempo están al frente de las Fuerzas de Seguridad. La Policía de Seguridad Aeriportuaria y la Policía Metropolitana, han tenido conducción
de este tipo desde hace tiempo.
Pero la discusión no debería pasar por “civiles o
uniformados”, sino por la calidad e idoneidad del funcionario que se vaya a
proponer para el cargo. Estoy seguro que muchos civiles están capacitados para afrontar con éxito una gestión; como también lo están muchos
que han pasado por una fuerza y quizá nunca han tenido la
posibilidad de ser evaluados.
A veces pienso que los prejuicios suelen caer en
discriminación cuando se generaliza; como si la vestimenta que caracteriza a
unos y a otros, calificara su eficacia. Lo verdaderamente importante no es su
extracción, sino su calidad de persona. Probados los conocimientos teóricos y
prácticos que hacen a su idoneidad, las convicciones y la honestidad,
cualquiera está en condiciones de aspirar a ponerse al frente de la inseguridad.
Siempre y cuando se despoje de la ideologización de la que se ha vestido y se animen a tomar decisiones que pueden acarrearles "costo político", “civiles con uniformados”, determinarán el camino a un imperioso éxito que se nos ha
hecho esquivo en materia de Seguridad, y que nos ha dejado en estado de peligro y alerta permanente.