Historias inesperadas
El 16 de
septiembre de 1631 se descubrió el primer robo de boqueteros de nuestra
historia. Los ladrones habían trepado por el muro sur del fuerte porteño (donde
hoy está la Casa Rosada) y perforaron la pared de la oficina de la Contaduría,
donde se hallaba el cofre de cedro, reforzado con tirantes de hierro y dos
cerraduras. Para abrirlo, incendiaron parte de su tapa y tomaron los 9.477
pesos que atesoraba.
Comenzaron las
pesquisas y no tardó en detectarse la ausencia del vecino Pedro Cajal,
chileno de 22 años que habitaba un rancho cerca del convento de Santo Domingo.
Las autoridades detuvieron al indio Juan Puma, criado de Cajal, quien
negó saber dónde estaba su amo. Fue llevado al calabozo, pero esa misma noche
logró fugarse.
El gobernador Francisco de Céspedes envió partidas para ubicar a los sospechosos. Una de ellas recapturó al indio Puma en San Isidro. Otra encontró a Cajal oculto en unas carretas que partían de Arrecifes. Llevaba parte del botín en una bolsa. De inmediato los trasladaron a Buenos Aires.
Fueron condenados a la horca. Cajal pidió que lo mataran de un garrotazo en la nuca y luego lo decapitaran: tenía derecho a exigir una muerte menos indigna que la horca porque era hijo natural de un funcionario que actuaba en Chile.
El gobernador Francisco de Céspedes envió partidas para ubicar a los sospechosos. Una de ellas recapturó al indio Puma en San Isidro. Otra encontró a Cajal oculto en unas carretas que partían de Arrecifes. Llevaba parte del botín en una bolsa. De inmediato los trasladaron a Buenos Aires.
Fueron condenados a la horca. Cajal pidió que lo mataran de un garrotazo en la nuca y luego lo decapitaran: tenía derecho a exigir una muerte menos indigna que la horca porque era hijo natural de un funcionario que actuaba en Chile.
El 30 de septiembre de 1631, ambos reos se confesaron y fueron paseados por
la aldea porteña, engrillados, para que los vecinos conocieran su delito y
su condena. Luego de un par de vueltas los llevaron al muro del Fuerte, donde a
Cajal le dieron el garrotazo y a Puma lo ahorcaron. Les cortaron las cabezas y
las colocaron en picas, junto a ese muro que habían escalado para cometer el
robo de los 9.477 pesos.
Del total robado, 2.457 pesos jamás aparecieron.
Del total robado, 2.457 pesos jamás aparecieron.