miércoles, 15 de mayo de 2013

LA VERGÜENZA DE RODILLAS


La violencia, en sus más variadas manifestaciones se ha instalado en la sociedad de tal forma que, no sólo no parece tener solución a corto plazo, dando toda la impresión que nos estamos acostumbrando a vivir con ella.

Decir que hay zonas liberadas, soslayando una vez más la responsabilidad en las policías, no es más que una paradoja de quinta, cuando  todo nuestro país parece liberado al delito, al influjo de un pseudo garantismo que nos deja indefensos y nos condena a salir todos los días de nuestras casas en alerta máxima.

La noticia apareció casi perdida. El Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Necochea declaró “Inconstitucional” la  condena a prisión perpetua. Y rechazó esa pena para los tres acusados de asesinato, porque es “cruel, inhumana y degradante”, como si la muerte del joven Máximo Matías Rodriguez Ajargo en manos de esos tres delincuentes, no hubiese sido “cruel, inhumana y degradante”.

No pude menos que recordar el libro “Ausencia Perpetua”, escrito por Diana Cohen Agrest. quien fundamentaba su pedido de pena “perpetua” para quien mató a Ezequiel Agrest, porque “perpetua” iba a ser la ausencia de su hijo.

Esta corriente jurídico progresista, representada esta vez por el TOC 1 de Necochea, vuelve a exhibir un discurso que encubre la arbitraria aplicación de las leyes, para ausencia de castigo a los delitos más graves. Al decir de un prestigioso Fiscal de La Plata que está en las antípodas de estos criterios, al preguntársele sobre el “abolicionismo”, respondió: “Nefasta ideología que nubla la mente de ciertos juristas y transforma al criminal en víctima".
 
Parece que se ha perdido el rumbo del Derecho y es imperioso que la propia Justicia lo encuentre porque esta historia no es solo de la familia del jóven Rodriguez Ajargo  o de la familia Agrest , sino  de miles de enlutados que lloran a los miles de silenciados, condenados a una “ausencia perpetua” por manos asesinas y por sentencias impunes, a contramano del valor de la dignidad humana.
El universo del delito y su progresista sistema de reproche penal, es una perversa inmensidad hecha de ausencia. Las víctimas no están casi en ninguna parte y la capacidad de avergonzarse parece hoy derrotada.
Señores jueces del Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Necochea,  se ven ustedes como seres reales, pero quizá sean sus propios y engañosos espejismos.
 
Norberto LC