sábado, 17 de enero de 2015

Organizaciones internacionales y bandas locales, vías paralelas...


Que los pasos de fronterizos en Argentina tienen laxo monitoreo, no es nada nuevo. Los  más de 9000 kilómetros de frontera terrestre y 5.000 kilómetros de frontera marítima y pluvial, hacen que la vigilancia de todas las posibles entradas, sea casi imposible. No obstante, la frontera entre Bolivia y Argentina siempre ha sido permeable y abierta al contrabando, por lo que es una ruta fácil y establecida en la que la cocaína simplemente es un producto más. Las autoridades de ambos países no parecen estar haciendo un esfuerzo significativo para controlar cualquier tráfico en ese  espacio

Un aumento de la seguridad en la frontera entre Brasil y Chile ha sumado mayor atracción de la vía argentina, por lo que a las débiles capacidades de control e iniciativas antidrogas, deberá enfrentar serios desafíos.  Los casos de corrupción de alto nivel, han impactado tanto la efectividad de los cuerpos de seguridad como la credibilidad pública. Mientras, el sistema judicial del país se enfrenta a  serias contracciones internas, presiones y condicionamientos que influyen en su ineficiencia.

Los grupos criminales organizados de México, Colombia y Brasil tienen una antigua presencia en los sectores productores de cocaína de Bolivia, especialmente en la región de Santa Cruz de la Sierra, pero ahora también se han establecido  en Argentina. Durante mucho tiempo el país  ha sido conocido como un refugio seguro para narcotraficantes , como los colombianos  Ignacio Álvarez Meyendorff  o  Henry de Jesús López Londoño, alias "Mi Sangre"  y, al parecer por un corto tiempo el líder de Sinaloa, Joaquín "El Chapo" Guzmán. No me olvido del grupo de mexicanos que instaló un laboratorio de metanfetaminas en al Gran Buenos Aires.

Actualmente, el norte del país está viendo una afluencia de miles de colombianos,  que según  un magistrado de Salta, esa ola de migración se vincula con el narcotráfico. Pese a la creciente evidencia de la presencia de grupos internacionales,  no se observa n medidas significativas para combatir el flujo de drogas y precursores a través del país. Simplemente parece  que nuestro país tiene poco interés en combatir el narcotráfico, prefiriendo concentrarse en otros asuntos.

El tráfico de drogas en Argentina parece funcionar sobre una base de dos niveles, con apariencia de  sobreposición entre los grupos transnacionales y las organizaciones locales. En realidad una es consecuencia de la otra.  A mayor ingreso y tránsito internacional de drogas, mayor será la actividad  local  en la distribución.  Las organizaciones internacionales  pueden haber  estimulado el crecimiento del consumo interno y de las bandas locales, pero no están involucrados en el minitráfico. Los distribuidores locales mueven y venden cantidades  menores, porque eso es lo que perciben en pago por su “colaboración” con las grandes organizaciones,  pero  no tienen acceso a las redes internacionales. En líneas generales, todavía es un mercado en desarrollo que muestra cierta falta de coordinación dentro de los grupos locales, pero la violencia acompaña el aumento del tráfico de drogas en otras partes de la región.

Rosario, tiene una estructura de tráfico más desarrollada puede proporcionar una mirada hacia un futuro  sombrío del comercio de drogas en el país.  ES uno de los pocos lugares donde parecen chocar los intereses de los diversos grupos, pandillas, control de territorio,  y todos con resultados violentos.  Al mismo tiempo, la ciudad es un centro de envío  para los grandes cantidades de droga que circulan a lo largo de Ruta 34 , desde Bolivia hasta Buenos Aires o destinos internacionales, envíos que pertenecen a los principales actores transnacionales.

Los crecientes niveles de violencia en Rosario indicarían que uno o varios grupos pueden estar haciendo un serio intento por establecer el control de las redes de transporte nacionales y afianzar este control.  Por ahora, las organizaciones internacionales y las bandas locales  circulan sin mayores inconvenientes por vías paralelas. 
Norbero López Camelo
Crio Gral RA

martes, 6 de enero de 2015

Volver a recuperar la seguridad , no será fácil


El Estado (provincial o nacional), desde hace varios períodos, tiene la policía que se ganó, o lo que es peor, la que quiso tener.  Con pseudo políticas de seguridad,  ideologizadas, con deficiente instrucción seria y práctica de sus efectivos y menos del mínimo del equipamiento necesario para su servicio. Condicionada con sus bajos sueldos, sus altos riesgos y sin un plexo legal que garantice los derechos de las víctimas, y  le indique claramente qué debe hacer un policía para que no lo condene  la justicia,  asuntos internos  o la opinión pública. No obstante, siguen siendo sus  integrantes, los  únicos que le ponen el pecho al delito.

En esta realidad, algunos intendentes se aventuran a crear policías municipales de cartón, con un objetivo puntual, político y electoral. Que nadie piense en el altruista fin de brindar mejor seguridad, porque son improvisados, carecen del mínimo conocimiento en   la materia y como si fuera poco, se rodean de académicos del falso garantismo abolicionista que ha puesto a la gente,  en este estado de inseguridad y alerta permanente.

Una retroalimentación contínua de las “taras” culturales e ideológicas tan características en nuestra sociedad y  elite política,  impide salir de este laberinto.

No se ve que haya nadie en la cúspide política actual con ánimo de reconocer la magnitud real del problema y la titánica y riesgosa tarea que representa solucionarlo estructuralmente. Parece que les resulta imposible hacer una autocrítica de su propio actuar en el gobierno y en la oposición.

No hay  una clara voluntad política y lo que se escucha son propuestas de parches en una pared llena de rajaduras  mientras los cimientos se desmoronan y todos se conforman con un poco de pintura para decorar la situación.

Volver a recuperar la seguridad después de tantos años de destrucción, no será fácil. Pero sería bueno que se comience por despejar todo vestigio de hipocresía, y volver a darle  a las policías, las atribuciones que le son propias. Qué temores tienen? Si el gobierno nacional o provincial, siempre han tenido las herramientas de control,  para “prescindibilidades” y “purgas indiscriminadas”. Devuélvanle  al hombre y la mujer policías el orgullo de vestir su uniforme, que lo harán con  idoneidad y respeto. En una sociedad caótica y sin orden, también puede ser un punto de partida. 

 

N. López Camelo/crio gral ra